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Árboles

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Álamo negro

En la mitología griega Faetón (en griego antiguo Φαέθων, Phaethon, brillante, radiante) era hijo de Helios (Febo, el brillante, un epíteto posteriormente asumido por Apolo), y de Clímene. Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Estos se resistían a creerlo e incluso uno de ellos decía ser hijo de Zeus, lo cual enojó tanto a Faetón que terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje un día. Aunque Helios intentó convencerle de lo contrario, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió, convirtiendo accidentalmente en desierto la mayor parte de África. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano. Sus hermanas, las Helíades, las hijas de Helios,  también se apenaron y lloraron durante cuatro meses hasta que fueron transformadas en álamos negros, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar. 

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Almendro

EL mito ligado al almendro es el de las deidades Agdistis y Atis. Cuenta que el rey de los dioses, Zeus, fecundó a Gea  y ella dio a luz a un ser sobrehumano, llamado Agdistis, que tenía órganos genitales masculinos y femeninos. Los dioses temían a esta deidad hermafrodita y la engañaron para hacer que cortara su miembro masculino. Un almendro brotó en el lugar donde cayeron los genitales o la sangre de la herida. Más tarde, la ninfa Nana recogió almendras del árbol y las puso en su seno. Las almendras desaparecieron y quedó embarazada de un niño, llamado Atis, que lo abandonó después de su nacimiento. En otras versiones del mito, Atis nació directamente de la almendra. Al crecer, Atis se convirtió en un hombre de belleza extraordinaria, y Agdistis se enamoró de él, pero ya estaba comprometido con la hija de un rey. Agdistis apareció en la boda e hizo que todos los invitados se enloquecieran, lo que resultó en que tanto Atis como su futuro suegro se castraran. Agdistis luego se arrepintió y obtuvo de Zeus la promesa de que el cuerpo de Atis no se descompusiera.

Álamo negro
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Almendro
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Ciprés

En la mitología griega, Cipariso habría sido amado  por el dios Céfiro y, según la tradición latina, por Silvano, el dios romano de los bosques, aunque sólo el dios Apolo habría logrado el amor del muchacho. Apolo le regaló a Cipariso uno de sus ciervos sagrados, consagrado a las ninfas, que desde entonces se convirtió en el fiel compañero del muchacho. En cierta ocasión, Apolo regaló también a Cipariso una jabalina para cazar, pero el joven, al intentar cazar otro ciervo, mató por error al suyo. Fue tan intenso el dolor del muchacho por la pérdida del animal, que pidió al dios Apolo que le permitiera llorarlo para siempre y que sus lágrimas fluyesen eternamente. El dios aceptó su súplica y lo convirtió en ciprés, el árbol de la tristeza, el dolor y el duelo por los seres queridos, consagrado desde entonces a los difuntos                              

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Granada

Según la mitología griega, el primer granado fue plantado por Afrodita, la diosa griega del amor y de la belleza, mientras que el dios del Inframundo, Hades, le ofreció su fruto a la bella Perséfone, la hija de Deméter (diosa de las cosechas y del grano). Perséfone fue raptada por el Hades mientras estaba cogiendo flores por el campo. Deméter entra en una gran tristeza y se dispone a buscar a su hija, provocando una escasez agrícola. Por fin, los dioses logran convencer a Hades de que suelte a la Perséfone y la devuelva a su madre, pero no antes de que el dios le ofrezca algo para comer, algo que no impide exactamente el regreso de Perséfone con Deméter, pero que la obligará a descender al inframundo cada año para pasar un periodo junto a Hades:   ese algo, cuenta el mito, era una granada o un grano de esta.

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Laurel

La mitología griega cuenta que Apolo, el dios de la poesía y la música, se volvió muy orgulloso tras derrotar a la serpiente Pitón, presumiendo de ser el arquero más hábil del mundo, llegando así a despreciar las habilidades del pequeño dios del amor, Eros. Este, molesto por la arrogancia de Apolo, ideó vengarse de él y para ello lanzó dos flechas, una flecha de oro que causaba un amor inmediato a quien se lanzase y otra con la punta de plomo que provocaba el rechazo amoroso. La primera se la lanzó a Apolo y la segunda a la ninfa Dafne, una de las ninfas más hermosas de Tesalia. Así que, cuando Apolo vio un día a Dafne, sintió que su corazón ardía de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió hasta que, agotada y con Apolo pisándole los talones, pidió ayuda a su padre, el dios Peneo, el cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria». 

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Mirra

Mirra es la madre de Adonis en la mitología griega. Fue transformada en un árbol de mirra después de haber tenido relaciones sexuales con su padre y dar a luz a su hijo Adonis.
      El incesto entre Mirra y su padre, Cíniras, comienza cuando la joven se enamora y lo engaña para gozar con él. Después de descubrir la identidad de la muchacha, Cíniras desenvaina la espada y persigue a Mirra con intención de matarla. Ella huye por Arabia, y después de nueve meses pide ayuda a los dioses, que se apiadan de ella y la transforman en un árbol de mirra. En su forma de planta, Mirra tiene el parto de Adonis. Según el mito, la sustancia aromática que sale de esos árboles es las lágrimas de Mirra.

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Moral

Ciprés
Granada
Laurel
Mirra
Moral
Nogal
Olivo
Pino
Roble
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Nogal

Caria era hija de un rey de Laconia, y era la amada del dios Dioniso. Sin embargo, un día esta murió repentinamente y el dios la convirtió en un nogal. Ártemis llevó la noticia a los laconios, quienes construyeron un templo a Caria, de la que reciben su nombre las Cariátides, estatuas femeninas empleadas como columnas.

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Olivo

Cuenta un mito griego que en una bella y prospera ciudad griega, Poseidón y Atenea peleaban por hacerse con la tutela de dicha ciudad. Zeus, rey de los dioses, cedió a Cécrope, rey de la ciudad, la potestad para decidir cuál de los dos dioses sería el protector de su ciudad. Para ello cada dios debería de entregar un regalo a esta.
Poseidón clavó su tridente en el suelo y de ahí brotó una fuente de agua salada para disfrute de los ciudadanos. Atenea señaló al suelo y de allí brotó un hermoso árbol, el primer olivo. Atenea le dijo al rey: “Te entrego el olivo, cuyas hojas no caerán ni tan siquiera en el invierno, su fruto alimentará a tu pueblo y te hará famoso en el mundo entero”.
Evidentemente Atenea ganó el duelo, convirtiéndose en protectora de la ciudad, que pasó a llamarse Atenas y en cuya acrópolis aún pueden verse sus olivos.

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Pino

Pitis, en la mitología griega, era una ninfa cuyo amor se disputaban Pan, dios de los pastores y rebaños,  y Bóreas, dios del viento del norte. Pitis prefirió a Pan, y Bóreas, de un soplo, la estrelló contra una roca. Gea, compadecida, la transformó en un pino. En otra versión del mito, la elección de Pitis es la opuesta, y es Pan el que la mata. Una tercera versión cuenta que la metamorfosis se produce mientras Pitis huía de Pan, y este tomó como atributo la corona y guirnaldas de pino en su memoria. Pitis significa pino en griego, y ese nombre nos lleva también a las islas Pitiusas, las actuales Islas Baleares. De hecho, los griegos llamaron Pitiusas a las islas de Ibiza y Formentera debido al elevado número de pinos que poblaban su superficie.

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Roble

El mito que explica el origen de este árbol se sitúa en Frigia, donde estaban realizando un viaje Zeus y Hermes transformados en mendigos, quienes buscaban cobijo para esa noche. Sus habitantes se negaron, excepto Filemón y Baucis, que los acogieron en su humilde cabaña. En la comida Baucis se percató del hecho de que no eran humanos sino deidades, ya que, tras beber varias jarras de vino, estas seguían aún llenas. Tras darse cuenta de esto, pensaron que los huéspedes merecían una comida mejor, y Filemón decidió ofrecerles un ganso. Cuando fue a cogerlo, el animal corrió hacia el regazo de Zeus, quien les dijo que no era necesario porque ya se marchaban. El dios dijo a la pareja que destruiría la ciudad y a todos los que no les dieron cobijo, y que tendrían que subir a la montaña sin mirar atrás. Cuando esto sucedió la pareja vio la catástrofe que provocó Zeus en su ciudad. Sin embargo, Zeus salvó su cabaña y les concedió un deseo; ellos pidieron pasar el resto de su vida juntos. Cuando la pareja murió, el dios los convirtió en árboles: a Filemón lo convirtió en roble, y a Baucis en tilo.

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Tilo

Filira, hija de Océano, significa en griego tilo. El mito cuenta que esta Oceánide fue seducida por Cronos, y se transformó en yegua para no ser sorprendida por Rea, la esposa del Cronos. Filira anduvo sin rumbo hasta las montañas de Pelasgo, donde dio a luz al centauro Quirón. La tristeza de la ninfa al darse cuenta de que había engendrado a un monstruo fue lo que la llevó a pedirle a Zeus que la transformase en una planta, petición que este aceptó, metamorfoseándola en el árbol del tilo. 

Tilo

Procede del latín morus y hace referencia a un árbol de frutos morados, blancos o rojos, cuyo color se explica gracias al mito de Píramo y Tisbe. Estos eran dos jóvenes babilonios que habitaban en viviendas vecinas y se amaban, a pesar de la prohibición de sus padres. Se comunicaban con miradas y signos hasta descubrir una grieta en el muro que separaba las casas. Sólo la voz atravesaba tan estrecha vía y los tiernos mensajes pasaban de un lado a otro por la hendidura. Así pudieron hablarse, enamorarse y desearse cada vez más intensamente, hasta que un día acordaron que a la noche siguiente huirían sin ser vistos y se encontrarían junto al monumento de Nino, bajo la protección de un moral de frutos blancos que había al lado de una fuente. Tisbe llegó primero, pero una leona que regresaba de una cacería a beber de la fuente la atemorizó, huyendo esta al verla, y buscó refugio en el hueco de una roca. En su huida, dejó caer su velo. La leona jugueteó con el velo, manchándolo de sangre. Al llegar, Píramo descubrió las huellas y el velo y, creyendo que la leona había matado a su amada, sacó su puñal y se mató, clavándoselo en el vientre y tiñendo de púrpura los frutos del árbol con su sangre. Tisbe salió cuidadosamente de su escondite y, al llegar al lugar, vio que las moras habían cambiado de color y dudó de si era o no el sitio convenido. Pero, entonces vio a su amado con el puñal en el pecho y cubierto de sangre. Lo abrazó, sacó el puñal y se suicidó a su vez, clavándoselo ella misma. Desde aquel día los frutos de la morera quedaron teñidos de púrpura.

2020-2021 Web colaborativa elaborada por alumnas de 1º de Bachillerato de Latín y Griego vespertino del IES Licenciado Francisco Cascales (Murcia)

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